¿Miedo? Bueno es una palabra que en si da algo de miedo, al pensarla te preguntas por qué ha cruzado tu mente y es así como empiezas a recopilar las pistas que han desatado una gran perturbación en tu tranquilidad. En esta ocasión empecé a pensar en el frió repentino que había sentido, la oscuridad que cubrió mis ojos y esa extraña sensación de saber que era lo que iba a pasar.
Era un día caluroso de aquellos que prefería no salir de casa y no tener que aguantar el abrasador sol sobre mi rostro, pero ¿cómo no podría faltar a mi rutina? Me dirigí a la biblioteca nacional, lugar donde trabajaba hace 2 años. Esa era mi vida básicamente me levantaba, me arreglaba mira por el balcón hacia la autopista mientras me fumaba un cigarrillo y tomaba un taza de café, cogía transporte urbano por cuarenta y cinco minutos mas o menos y caminaba alrededor de cuatro cuadras para llegar a mi trabajo, tenia que subir unos largos escalones, cosa que todos los días me ponía solo un poco de mal humor. Sin embargo cuando llegaba sentía algo que me oprimía el pecho, parecía que quisiera evitar entrar al recinto, pero yo era mas fuerte, por un solo segundo era mas fuerte que algo más, me sentía satisfecha cuando lograba cruzar el umbral y vencía una vez mas esa extraña fuerza que luchaba contra mi.
Todas las horas trascurren bañadas en un rutina abrumadora, no podría imaginarme lo que traería consigo la noche.
Me despido de los pocos que quedan en la biblioteca al atardecer y salgo por esa puerta grande que tiene el poder de crear sentimiento de inferioridad a quien la mire; camino por un buen rato hasta que me decido a coger el bus que me llevara a mi casa. Durante el trayecto pienso que estoy cansada de tanta rutina que seria interesante renunciar y buscar un nuevo empleo, pero el miedo de conocer algo nuevo y que tal vez no funcione como me lo imagino borra todo nuevo pensamiento de mi mente y la vuelve a dejar en blanco, mi mente entonces se limita a procesar la infinidad de imágenes que recorren mis ojos a través de la ventana del autobús; Las primeras gotas de lluvia que golpean la ventana me sacan del ensimismamiento y me doy cuenta que ya me he pasado dos cuadras de donde normalmente me debo bajar, rápidamente me pongo de pie y me bajo del bus. No me gusta nada tener que caminar esas dos cuadras de más, el único objetivo que hay en mi mente es llegar rápido a mi apartamento servirme un vaso de té y fumarme un cigarrillo en el balcón, para luego acostarme un rato a leer alguna novela, y esas dos cuadras amenazaban con retrazar la realización de mi objetivo. Afortunadamente era solo una leve llovizna, sentí como caían las gotas en mi rostro y pensé que por una vez en mi vida caminaría lento, no me importo retrasar la llegada a la meta, quería disfrutar y concentrarme en la sensación que causaba cada gota en mi rostro, me detuve a sentir.
Cuando finalmente llegue a la entrada del edificio note que era una noche particularmente tranquila, casi no se oían ruidos de automóviles por la utopista, no se oían conversaciones por las ventanas cercanas, ni siquiera alcanzaba oír algún animal merodeando por las calles. Me asome para que el celador viera mi rostro y abriera la puerta pues no quería sacar mis llaves para hacerlo, pero no lo encontré así que busque mis llaves en la maleta y cuando ya las tenia en mi mano, mis reacciones entorpecieron y mi maleta callo al suelo dejando salir varias de mis pertenencias. Esto daño la tranquilidad que había conseguido al pensar en las gotas de lluvia y rápidamente se esfumo la paz en mi interior y mis nervios empezaron a activarse de una manera bastante neurótica. Mientras recogía todo y lo metía bruscamente dentro de mi maleta llego un hombre de contextura gruesa, un poco mas alto que yo, una mirada bastante intrigante, ojos claros, pero su claridad reflejaba lo contrario, ideas perturbadoras que se arremolinan en su mente y que se podían ver a través de sus pupilas, hoyos negros que me transportaron a un mundo diferente, una ciudad atestada de edificios silenciosos, gente sin rostro, un cielo sin color, tan vacía que no se sentía el aire, en esa ciudad era imposible reconocer tu aliento, no se respiraba, era algo intrigante pero a la ves fascinante, sentía que esa oscuridad me absorbía totalmente hasta que sus palabras me devolvieron a esa ciudad donde todo parecía normal.
- Perdone ¿usted vive aquí?- Lo decía pausadamente sin quitarme los ojos de mi vista.
- Si, gracias por su ayuda- le respondí con un poco mas de prisa.
Me acomode mi maleta en el hombro y me apresure a abrir la puerta. Cuando volví mi mirada para despedirme con una mirada ese hombre ya no estaba, no se me hizo del todo extraño tan solo se había marchado sin necesidad de recordarme como un encuentro más en su torbellino de ideas.
Cerré la puerta de la entrada y enseguida llego el celador pidiendo disculpas por no estar para abrirme la puerta. No dije nada tan solo me dirigí hacia mi apartamento, abrí la puerta, puse mi maleta encima de la primera silla que encontré a mi paso me dirigí a la cocina, me serví un vaso de Té helado y dirigiéndome hacia el balcón prendí un cigarrillo he inhale una primera bocanada de humo.
Seguía sintiendo esa tranquilidad a la que no estaba acostumbrada y sentí por un momento que las cosas no estaban sucediendo como normalmente lo hacían.
Al terminar el cigarrillo y mi vaso de té, me dirigí hacia mi habitación me quite la falda y el saco que llevaba puesto, prendí el computador y entre al baño. Frente a mi encontré a una mujer casi sin expresión alguna, la mira a lo ojos y le pregunte que tal había estado su día, lo hacia cada noche hablamos un buen rato de todo lo que habíamos pensado, ella y yo éramos totalmente distintas siempre me reprochaba no ser un poco mas elocuente y cambiar la rutina, le comentaba el miedo que sentía de que algo nuevo no saliera como lo imaginaba y al final alguna de las dos cedía con una promesa o con una mirada de tolerancia.
Pase un buen rato leyendo artículos, jugando algunos rompecabezas y hablando con gente que tal vez no les marcaba alguna diferencia hablar con esa imagen digital en su pantalla, que simplemente hablar con alguna otra imagen que pudiera aparecer frente a ellos. Ya se hacia tarde y todos poco a poco se retiraban a descansar, ya me había acostumbrado a quedar sola en medio de la noche sin sentir la necesidad de descansar, así que me dirigí a mi cama a leer un rato, teniendo la esperanza de que el sueño se apoderara de mi cuerpo, pero como casi la mayoría de mis noches el sueño se quedaba alejado de mi tan solo mirándome y tal vez riendo de cómo no hacia caso a mi llamado.
Pasaba la pagina número quinientos veintiséis y sentí una fría brisa acariciar mi rostro, me congele al instante. Me puse de pie y de inmediato me supuse a investigar el origen de esa extraña brisa; En el estar de mi apartamento se erguía esa figura que me había encontrado un poco enojada al inicio de la noche frente a la portería de edificio, no sabia que hacer ni pensar en ese momento, tan solo me quede ahí en el umbral de mi habitación como espectadora de una escena digna de esa ciudad enigmática que este mismo ser me había enseñado, pues el aparte de su profunda mirada no tenia rostro y en ese preciso instante podría jurar que nunca mas encontraría a la mujer que hablaba conmigo todas la noches a través del espejo, yo había perdido mi identidad, ese ser me la había robado con tan solo un suspiro frió y espectral que se había colado por la parte inferior de la puerta.
Aquella sombra que estaba justo enfrente mió se acerco a mi y atravesó mi cuerpo que hasta ese momento pensé que era solidó, cuando lo hizo sentí que toda mi vida se esfumaba y no sabia como alcanzarla y hacerla mía de nuevo.
Abrí mis ojos que hasta el momento pensé que estaban abiertos sin haber parpadeado ni una sola vez. Y me encontraba en ese mismo lugar donde todo había empezado pero esa sombra, ese ser, esa mirada enigmática no hacia acto de presencia en el mismo lugar donde me encontraba. Logre recobrar la movilidad de mi cuerpo y me dirigí de nuevo a mi cama, me recosté y de inmediato me quede dormida, agradecí por un segundo, deseando que todo fuese solo producto de mi mente que ese día había empezado a jugar sucio conmigo.
Al despertar a la mañana siguiente, me levante como cualquier otro día mas en mi rutinaria vida, me dirigí a la cocina a servirme un café para tomármelo junto con un cigarrillo en el balcón mientras miraba hacia la autopista y allí estaba el. Sin sorprenderme seguí con la actividades programadas por mi mente, el seguía algunas actividades parecidas como si viviera en un mundo paralelo al mió. Al salir de mi apartamento sentí que el salía conmigo, en mi mente aparecieron muchas preguntas acerca de esa extraña compañía pero no preste atención en responderlas, camine hacia donde todos los días tomaba mi transporte urbano con esa sombra a mi lado pero al llegar a la esquina ese ser giro en sentido contrario al que yo me dirigía, seguí mi camino, pero cinco pasos mas adelante mi piernas se frenaron y mi mente tomo la abrupta decisión de responder en ese instante la preguntas formuladas anteriormente. Me di la vuelta y camine un poco más deprisa para seguirlo a el, quería saber hacia donde se dirigía y si la intención verdadera era que yo lo siguiera quería averiguar cual era el origen de todo esto.
Camine por largo rato en ocasiones pensaba en abandonar las respuesta y volver a mi rutina pero recordé que esa noche, la noche anterior, esa mujer en el espejo había reprochado esa actitud, y me decidí a seguir sus palabras, seguir los pasos del hombre que iba delante mió.
Se detuvo pero yo seguí caminando hacia el frente, no sabia hacia donde me dirigía, o sí sabia, algo en mi sabia adonde se dirigía mi cuerpo por esto no luche contra mi misma, me detuve en la entrada de una escuela abandonada, el hombre atravesó mi cuerpo y entro a la escuela rápidamente, lo seguí.
Cuando entre recordé todos esos años que había pasado entre estas paredes, recordé a es pequeña niña que caminaba por los pasillos mirando a todos los niños jugando, suplicando a veces que jugaran con ella, esa niña que encontró con quien jugar en un mar de letras y sueños de otras personas que se escondían pagina tras pagina, vi a esa niña que a través de los años fue creciendo y siguiendo sus rutinas.
Sentí en mi estomago un vació inmenso y una ganas de correr y dejar a esa pequeña niña atrás, no podía soportar verla y saber a ciencia cierta en la mujer que se convertiría. Mis piernas cedieron esa vez a mis impulso y salí de la escuela corriendo sin mirar atrás, olvidando a ese ser que me había llevado a mi pasado, a esa ciudad sin rostros, rostros que yo misma me había encargado de borrar.
Me detuve frente a la portería de mi apartamento, abrí con las llaves que encontré rápidamente en el bolsillo de mi chaqueta y me dirigí hasta mi apartamento sin perder la prisa, entre y me recosté en la puerta cerrada tras de mi, respire profundo y vi ante mi a esa mujer del espejo, pero esta ves estaba materializada frente a mi de cuerpo entero, no tenia rostro pero aun así la reconocía bien. Sentí que nada se oía, ni siquiera el tic tac del reloj que hace unos segundos martillaba mis oídos. Por un impulso de mis sentidos me abalance sobre esa mujer y apreté su cuello entre mis manos, ella no ponía resistencia a mi ataque. Me sentí poderosa, sentí que por fin controlaba mi vida, que podía mandar sobre mi cuerpo y sobre aquel miedo de escapar de la rutina. Me sentía tan exitosa hasta que sentí una gran punzada en mi espalada, sentí como un agudo ardor recorría mi espalda y se expandía hacia mis pulmones, no podía respirar, afloje mis manos del cuello de esa mujer y carraspee tratando de obtener algo de aire de mi alrededor, gire mi cabeza para ver lo que sucedía a mis espaldas y estaba aquel ser intrigante, esta vez su mirada se veía serena, como si todas esas ideas perturbadoras se hubieran borrado en ese preciso instante.
Gatee y trate de salir de mi apartamento para buscara ayuda, ni el hombre que estaba de pie en el umbral ni la mujer que estaba en el suelo se movieron para impedir mi salida.
Me dirigí hacia el apartamento vecino para pedir ayuda, sabia que moriría en algunos momentos y el miedo recorrió mis venas.
Al tratar de empujar la puerta, esta se abrió de inmediato y la escena que presencie fue bastante perturbadora que contuve el poco aliento que había conseguido.
La señora Gloria de cuarenta años que vivía hace cinco años al lado de mi apartamento, estaba sentada en la silla del comedor, y de su cuello caía un delgado hilo de sangre que había logrado inundar la alfombra bajo la mesa del comedor, y allí al lado de ese charco de sangre estaba su hija de diecisiete años desangrándose poco a poco junto a su madre.
El dolor recorría mi espalda. el miedo mis venas y la duda mi mente. Solo así llena de terror pude bajar las escaleras, lo único que deseaba era salir y gritar por ayuda a la calle, no era yo la única victima de aquella sombra que no se había movido de su lugar, se había convertido en el principal espectador de mis desesperadas acciones por mantenerme con vida.
Al llegar a la recepción, vi a través de el espejo que había, que el dolor en mi espalda era causado por un cuchillo enterrado bajo mi omoplato derecho, la angustia se apodero de mi respiración y sentí que me desvanecía poco a poco sin poder hacer nada para evitarlo. Caí de frente y el golpe oprimió mi pecho, alcance a respirar por ultima vez y lo ultimo que mis ojos vieron fue al celador que estaba bajo la mesa de la recepción desangrándose al igual que esa mujer y su hija. Pensé que había sido una victima mas en ese edificio y todo era culpa de esa mirada misteriosa.
Entre paredes blancas me encontraba, y por mi frente resbalaban frías gotas de sudor, abrí mis ojos y sentí una desorientación que extrañamente se me hacia familiar, me puse de pie con gran esfuerzo de esa litera donde me encontraba y mire a mi alrededor, un cegador blanco cubría mis ojos y encontré algo que intervenía esa abrumadora uniformidad. Un recorte de periódico estaba situado en la pared, me acerque para averiguar que era lo que decía y quede petrificada a leerlo, recuerdos llegaban a mi mente y el saber que no era le primera vez que leía ese conjuntó de letras hizo que mi cuerpo se paralizara, esa articulación de palabras le gritaba a mis ojos:
“Bibliotecaria asesina a todos los habitantes del edificio donde vivía
Una mujer que trabaja en la biblioteca nacional, después de visitar la escuela donde estudio toda su infancia, se dirigió apresuradamente ( según algunos testigos) hacia su edificio y asesino a todos los que en ese momento se encontraban allí, al intentar escapar con el arma homicida resbalo por las escaleras y se clavo accidentalmente el cuchillo en la espalda. A los pocos segundos llego la policía. Ahora se encuentra en un centro de salud mental.”
Sabia lo que sentía, lo que recorría mi cuerpo era una corta palabra, miedo.
Andreira Black Clow
Ravenclaw
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