-No mas, por favor, detente- Tamara, una joven pelirroja de 18 años gritaba estrepitosamente mientras un hombre alto y robusto giraba uno de sus brazos, el que le quedaba, hacia atrás lentamente; se encontraban en un sótano de gran tamaño, en el centro, estaba un inmenso poste metálico al cual Tamara se encontraba encadenada y Jack, quien se divertía con su sufrimiento no paraba de entonar una canción en tono romántico.
-Ahora si me pides perdón- decía mientras retorcía el brazo-, cuando tu cara ensangrentada está, vuelvo a darte un retorcijón, cuando tu cara…-
-¿se puede saber que demonios haces?- la puerta se abrió de golpe y bajando las escalerillas llegó una mujer, su pelo café caía como una cascada sobre sus hombros y acababa en la mitad de la espalda, su silueta recortada por la luz de afuera la hacía ver como un maniquí.
-Le canto mi balada de amor-
-No mas…- sus gritos, mezclados con un miserable llanto parecían sacados de una película de terror.
-Cállala de una vez por todas, ¿por que le quitaste la moradaza?-
-Me gusta escuchar como sufren-
-Serás depravado, afuera dejé al otro, tráelo antes de que arme un escándalo-
-listo- soltó el brazo de la muchacha y cruzó dando brincos la habitación para luego subir por las escaleras y perderse tras la puerta.
-¿como te ha ido?- preguntó a la muchacha amarrada mientras recorría la habitación y se sentaba en una silla pegada contra la pared, al lado de una mesa maltratada.
-Pe…pe…perra- dijo Tamara, el poste al que se encontraba atada estaba a escasos metros del lugar en el que se encontraba la otra mujer.
-Pero de raza pura querida-
-¿de que hablan?- Jack apareció en el umbral de las escaleras con un bulto sobre los hombros.
Fue bajando con dificultad los escalones, cuando le faltaba poco para acabar, dejó caer aquella cosa que cargaba, esta emitió un sonoro grito y rodó por el par de tramos faltantes antes de parar en seco y liberarse de la tela que lo envolvía; un hombre atado de manos y pies con alambres de púas gemía en el suelo, con una lija en vez de mordaza y todo el cuerpo bañado en sangre.
-lo pondré junto a Tamara, ¿o lo quieres a tu lado?-
-déjalo donde quieras- repuso la mujer sentada mirándose las uñas-, con tal de que no estorbe-
-¿A…Ale…Alexandra?- aquel personaje, entre gemidos, logró pronunciar el nombre de la mujer que había hablado, intento girar la cabeza para verla pero recibió una fuerte patada en las costillas.
-si Simón, soy yo-
Mi nombre es Jack, tengo veintiún años, aunque soy alto y un poco flaco, ni mi estatura ni mi peso me importan, el pelo sin embargo, me atrae, el mío por cierto es de color negro, liso, pero lo mantengo corto, mis ojos son cafés y bueno, no mas descripciones, lo que importa, es por que mato.
La historia es larga, así que la resumiré; cuanto tenía cinco años y medio, vi a mi padre intentar matar a mi hermano mayor, no lo logró y escapó de la policía, luego, a los seis, en mi cumpleaños, irrumpió en la fiesta degolló a los invitados, mi mamá, mis dos hermanos y yo logramos escapar de el, lo atraparon a los dos días e internaron en un sanatorio mental, resultó ser que sufría de doble personalidad.
Cuanto tenía nueve años, empecé a dar signos de sufrir ese mismo problema, el más claro fue apuñalar con una cuchara a mi hermano, pero solo yo sabía eso, tiendo a ser bueno escondiendo cosas, así nadie supo quien fue exactamente el que lo mató. A los once, terminé con la vida de mis familiares mas cercanos, y fui “adoptado” por un hombre al que le debo todo lo que se, se llamaba Richard, durante cuatro años no hice mas que seguir de cerca lo que hacía, era todo un maestro en el arte de la tortura, perseguía a una niña, y eso es lo único que hasta la fecha se de su vida; cuando cumplí quince años, me dejó cometer mi “primer” asesinato oficial, y no vacilé en clavarle un puñal por la nariz a alguien que no conocía en medio de una calle oscura.
A los dieciséis me empezaron a contratar como matón, a los diecisiete ya era buscado por todo el país, y a los diecinueve maté a mi maestro al presentir que me quería entregar, hoy se que solo se iba a amarrar los zapatos.
Hoy en día me gano la vida no se como, a veces me contratan para matar a gente demasiado importante, otras las mato yo y les saco el dinero, no es una vida que a cualquiera le gustaría, pero a mi me encanta, ver humanos muertos, sangrando, gritando, es lo mas fantástico que puedo hacer, no me importa quien sea, con que sufra, estaré feliz; mi odio a la humanidad es, al igual que el de mi compañera innato, despreciamos a tal punto a todo ser humano que eso nos unió.
Ahora, que hago aquí, en un sótano, con una mujer manca de nombre raro, un hombrecillo que inspira gracia y Alexandra, otra asesina famosa como yo, que mato a sus padres de la peor forma que conozco, de sus hermanos, hablaré luego, pues ella cree que no se nada, pero bueno, el punto es que estas personas que atrapamos son una especie de trofeo, Tamara es la hija del jefe de policía y una prostituta de un hermoso motel llamado “la caprichosa”. Mientras que de Simón, no se mucho, alguien mató a sus padres, su hermano esta desaparecido y su hermana también…
-¿Que haces?- Preguntó Alexandra viendo como Jack escribía sobre unas hojas de papel apoyado en la pared.
-Algo que te incluye pero no concierne-
-Lo que tú digas- dijo resignada, pelear con Jack, según su corta experiencia de algunas semanas, un error fatal, aunque tuviese una actitud un tanto infantil, era un contrincante muy peligroso, no por cualquier cosa era el segundo asesino más eficaz conocido en el continente entero.
-Lo dejaré así- dijo y puso las hojas en el suelo, bajo el esfero.
-Listo, ahora sonsaquémosle la verdad a nuestro invitado-
-Como digas-
Ambos se dirigieron al centro del lugar, con una extraña parsimonia al caminar, imponían respeto, y en sus caras se dibujaba una sonrisa malévola; Si existía algo en el mundo que adoraran por igual, era la masacre.
-Veamos…- dijo Alexandra alzándole la cara a Simón.
-Alexandra…- repetía
-¿Aun no superas ver a tu hermana?-
-¿vaya, por que no comenzamos?-
-Ten paciencia Jack, el debe saber por que-
-El sabe, lo se está haciendo-
-por favor- Simón empezaba a hablar mas, y Tamara callada, los miraba pasmada.
-no debes conocerla- Alexandra señaló a la mujer atada al poste, y ella, aun en silencio, giró la cabeza con brusquedad, como si intentara ocultarla.
-¿Ta…Tamara?- dijo, intentando soltarse de sus ataduras.
-Bueno, me equivoqué, en fin, ella te conoce a la perfección, y por lo que veo, tu también la conoces, algo que me parece extraño-
-Un error en mis informes Ale- dijo Jack al lado de Alexandra.-; fueron novios un tiempo, y no hace un mes que terminaron-
-Entiendo, eso cambia un poco la cosa, pero en fin, lo que sucede es que ustedes tienen información que me interesa, y Tamara solo posee la mitad, quiero que tú, hermano, me digas el resto.-
-Por favor, déjame ir, no puedo, no debo…-
-No me importa si debes o no, me dirás lo que quiero saber-
-El no es- dijo Tamara
-¿Cómo que el no es?- Alexandra se levanto y miro a la muchacha-. ¿Estas diciéndome que hay otra persona? ¿Sabes lo que pasé para conseguir atrapar a mi propio hermano? El maldito es muy escurridizo.-
-Yo no te diré nada-
-He soportado que vivas estos años, pero si no cooperas, te mato-
-Creo que me he perdido, ¿Qué demonios sabe Simón?-
-Mira Jack, estos dos personajes son los culpables de que ambos estemos aquí, el que nos contrató nos mandó exterminarlos sin sacarles información, pero, no pienso matar a nadie sin saber por que-
-Entiendo- Jack miró a Simón un momento, luego a Tamara.
-Tengo algo que quizás quieras ver- Alexandra se acercó a la mesa, y de esta agarró un bulto pequeño- La he llamado Maria Paula.
-Eres cruel- dijo Jack mirando con satisfacción el bulto.-, eso me encanta en una mujer-
-Mira Simón- cuando Alexandra llegó hasta donde el estaba, colocó con cuidado el bulto en el suelo, era un envuelto de cobijas arrugadas y sucias; luego, con delicadeza empezó a desenvolverlo. Era un bebé.
-¡Bestia!- gritó Tamara al verlo
-No es ninguna bestia, es un bebé-
-¡Como te atreves a matar a una inocente criatura! ¡Eres un engendro!-
-Si Ale, ¡Como puedes matar a una bebé apenas sale del vientre de su madre!-
-Cállate, si tú fuiste, me hubieras avisado que estabas en el hospital y cogíamos a otro-
-No tenía minutos-
-Ustedes son…-
-De lo mejor, lo sabemos-
-Bueno, esto es para que Simón hable- Alexandra le cogió un brazo al pequeño humano y lo alzó sin compasión, pero nada pasó, su boca no se abrió ni se escucho ruido alguno-.Si mal no recuerdo…-
-No, por favor- Simón sabía que era lo que vería continuación, cerró sus ojos con fuerza pero recibió una patada en la cara.
-Tienes que ver, o si no, no tendría gracia-
-yo me encargo de que lo vea- Jack dio unos pasos, y se sentó junto a Simón, luego le agarró la cara y abrió sus parpados.
-¡NO!- gritaba el muchacho, se revolcaba pero Jack le sostenía la cabeza con una fuerza impresionante.
-Que van a hacerle- Tamara preocupada sintió que lo que vería a continuación no se borraría de su mente en el futuro, pero por algún motivo no quitó la mirada de aquel espacio.
-Ah! Ya me acordé- Alexandra puso su mano libre en la espalda de la criatura, luego agarró un pedazo de piel que sobresalía y tiró de el; toda la piel del bebé se desprendió al instante, como un disfraz, dejando al descubierto o sus órganos, si no un esqueleto relleno de paquetes con droga.
-¡Animales! ¡Asquerosos! ¡como se atreven!-
-No te imaginas lo graciosos que es ver como le abren la piel a uno de estos- zarandeó la piel- y le meten droga, sus órganos son muy chistosos, pero aun no entiendo como le hace Jack para sacarle la piel en un solo pedazo-
-Secretos de artistas
Simón sintió unas nauseas impresionantes, la sola visión de la piel de un bebé era asquerosa, pero ver su esqueleto apretujado entre retazos de órganos, músculos y droga no era soportable. Mientras tanto, Tamara ya estaba vomitando por segunda vez, era mucho mas de lo que podía soportar.
-La joven Maria Paula es el último bebé que hemos raptado, antes de que un sapo empezara a delatar los paraderos de todos nosotros, el eres tu…-
-¿Puedo mostrarle?-
-Por supuesto-
Jack caminó feliz mente por la habitación hasta una esquina en donde había un armario largo, de pared a pared.
-Simón, todos lo soplones como tú son asesinados-
-yo no he… hecho… nada- el Joven empezaba a temblar, entendía a la perfección por que lo tenían allí, el mismo había encontrado y revelado un escondite de asesinos, pero no entendía que hacía Tamara en aquel lugar-
-observa por ti mismo- Jack agarró la manija del armario, que tenía una inmensa puerta corrediza y caminó hasta el otro extremo del cuarto, abriendo de par en par un infierno encerrado.
Decenas de cuerpos amontonados y colgados estaban dentro, todos con expresiones de dolor en sus rostros, la sangre circulaba por todos lados, como un fondo, y los pedazos de paredes que se alcanzaban a ver estaban quemados, manchados y astillados.
-Adelante- Alexandra arrastró a su prisionero por la habitación, y cuando estuvo al lado del armario, le aflojó las ataduras de manos y pies, y Jack le ayudo a alzarlo.
-A la de tres- lo balancearon tres veces contando cada una en voz alta y a la tercera lo lanzaron dentro. Sus gritos se opacaron cuando se cerró la puerta.
-a oscuras no da tanto miedo-dijo Jack, y oprimió un interruptor junto a la pared- Listo, así quedará contento-
-Rápido- le apresuró Alexandra, que se estaba colocando un pañuelo sacado del bolsillo como mordaza-, átame las manos-
-Como gustes- Jack sacó una cuerda se su bolsillo y le amarró los brazos de frente.
-Ahora tú- Juntó el sus manos con otra soga agarrada en una, se la dio a Alexandra, que con facilidad la agarró y la ató alrededor de las muñecas de su compañero.
-¿Qué están haciendo?- Tamara intentaba ver, pero no podía.
-Nos salvamos de ser inculpados- cuando le terminó el nudo, ambos se agacharon y, como si fuera cosa de todos los días, encogieron las piernas lo que más pudieron apretándolas contra el pecho y pasaron sus manos por estas, dejándolas a sus espaldas, pero Jack, antes de hacer eso, sacó una bolsa de su bolsillo y un cuchillo, se cubrió la cara con la bo0lsa y escondió el cuchillo en su manga.
-¿Qué demonios haces?- Dijo Alexandra cuando lo vio tendido-
-te traiciono-
En ese preciso instante, ocurrieron dos cosas a la vez, la puerta del armario se abrió y salió Simón, sin atadura alguna, y la de afuera también se abrió, y por esta entraron cinco de policías corriendo, con linternas, armas en mano y un casco que no les dejaba ver la cara.
Simón apenas si vio lo que pasaba, vio a Tamara amarrada al poste, sin un brazo, a sus dos captores en el suelo atados de manos pidiendo ayuda y retorciéndose, y a cuatro policías acercándosele y gritándole cosas que no entendía.
Luego, todo se puso aun más confuso, lo arrastraron fuera del sótano, sin compasión, escuchó unos disparos cuando salió, antes de cerrarse la puerta tras ellos y lo votaron al suelo, en un estrecho callejón, a plena luz del día.
-Nos alcanzará- dijo uno de los policías
-No, esperemos-
-Es una orden-
-Si, vayámonos-
-Está bien, pero quedémonos al lado de la patrulla- Lo arrastraron dos policías, mientras nuevamente hasta el final del callejón, y salieron a la calle, donde la gente caminaba tranquila, sin pensar nada, pero ningún civil caminaba por el lado de la acerca en el que se encontraba.
-¿Si vieron el armario?-
-Que horror, amigo, estas en serios problemas- en ese momento, salió otro policía con el mismo traje, pero este manchado de sangre, demasiada.
-Listo- dijo, y se unió a los demás-
-No cabemos todos en el carro-
-Sigan ustedes entonces, yo limpiaré un poco allí abajo- La voz del otro policía era extraña, muy familiar para Simón de hecho, no era ningún policía, era…
-Listo, volveremos en unos minutos-
-Con eso me basta-
Empujaron a Simón para que entrara, este apenas asimilaba lo que había pasado.
-¡Él es!- grito antes de entrar al carro, y todos se rieron de el, menos uno, uno se quedo quieto, con el casco dirigido hacia el, apostaría lo que fuera a que estaba sonriendo.
-Entra y cállate- ordenó alguien que no supo quien fue.
-No, ustedes no entienden- intentó salir del carro, pero le dieron un puñetazo y entró tres lo empujaron, uno entro por el otro lado de la patrulla y lo jaló hasta acomodarlo, otros dos entraron en la parte delantera y el cuarto se acomodo al otro lado. Mientras que uno de ellos se quedaba en la calle, “mirándolos” inmóvil, cuando el carro arrancó, este camino de vuelta al Callejón, y antes de doblar la esquina y perderlo de vista, Simón se dio la vuelta sabiendo que esto le costaría mucho mas adelante, pero vio lo que sabía que vería, ese policía se quito el caso, mostrando un rostro familiar, un asesino, que murmuraba unas cosas que jamás escucharía.
Monk
Slytherin
0 comentarios:
Publicar un comentario